En cuestiones del
amor de pareja soy realmente inexperta. No me refiero a relaciones platónicas, casuales o sexuales, sino al vínculo especial que estableces con la persona que amas.
Y escribo esto, porque
me está sucediendo que encuentro semejanzas de este vínculo en otras parejas;
encuentro en lo que leo, mensajes que me permiten reflexionar lo que
experimento; encuentro en las canciones que escucho, vivencias similares a lo
que me sucede o proyecciones del futuro; encuentro en lo que veo – como es el caso
de las películas – secuencias que me evocan pasajes de mi vida.
¿Es esto
frecuente? ¿Así debe ser? La verdad, no tengo la menor idea. Por ejemplo, en el
momento de escribir el párrafo anterior, inmediatamente comencé a tatarear mentalmente la canción interpretada por Raphael “Estar enamorado”, claro, no
confundo la noche con el día pero si considero lo bella que es la vida, a pesar
de la fecha de caducidad de nuestra existencia.
Eduardo, mi
hermano, me hace bromas por ello y esto es raro, porque lo habitual era que
juntos nos burláramos de los tontos enamorados y ahora pertenezco a este grupo
de indeseables.
No crean que
camino entre nubes de algodón, a Dios gracias, la razón sigue siendo mi aliada,
pero algo cambió en mi vida y es innegable. Ahora otro ser fuera de mí me está
pensando y yo a él, como diría el poeta.
En conclusión,
acepto mi condición de mujer enamorada, cual si fuera el primer paso del
programa de recuperación de alguna sustancia alucinógena, y haciéndolo me
pregunto ¿alguien podría indicarme cuáles son los siguientes pasos?
PD: Preciso que
no necesariamente voy a seguirlos.